- Mamá, que chica tan guapa...
- ¿Te parece una persona?
- Claro, me gustaría tocarle el moflete, la línea de las cejas hasta que desaparece y el agujero de la nariz.
- Estará helada.
- Es perfecta, seguro que no se nota frío.
- ¿Qué me dices de la frente?
- Nada.
- Nadie tiene esas aristas, aunque sean tibias...
- Pero da igual.
- ...y los ojos James?, casi han desaparecido...
- ¡Jo!, que da igual, es como si fuera lo de dentro de la cara. Lo que hay antes de los gestos, los ojos, la piel...
- Entonces, te da igual que no sea verosimil porque representa algo invisible...
- Eso.
- ¿Piensas que a cualquiera podría gustarle una chica así?
- No lo sé, pero es dulce como un helado, aunque casi no tenga rostro. A mi me gusta mucho.
- Es una gran idea. ¿Y esta otra?
- Es parecida. Cuánto más la miras más humana parece. Nunca había visto nada tan raro que a la vez fuera tan...
- ¿Exquisito?
- Sí.
- Creo que la desmesura de sus hermosos ojos se debe a que son necesarios para ver lo esencial. La cabeza para pensar y la boca pequeña para hablar ajustadamente, y las manos, como dos tiernas hojas, acogen sus mejillas, porque es preciso estimar lo hondo de los demás, pero también lo de cada uno.
- Al principio parece una estraterrestre pero luego da gusto.
- ¿Cómo cuando mirabas el lienzo de Rothko donde no había nada?
- Es parecido mamá, pero son dos obras muy distintas por fuera.
- Acostumbro a poner paisajes alrededor del pulido busto de Madame Pogany, la imagino lejos al ras de un suelo helado, en el fondo del mar cubierta con el verdín de las algas, a la entrada de un rascacielos, sobre la superficie de cualquier planeta...
- Pues yo la veo debajo de las ramas de los árboles que pinchan, como unos que hay en el parque.
- ¿Cuales?
- Esos que parecen estar dentro del agua cuando hay viento, que mueven las ramas muy despacio y son verde oscuro...
- Bajo los pinsapos.
- Ella puede estar en cualquier lugar porque es una idea bonita, ¿a qué sí mamá?
- Creo que tienes razón ¿y esta?
- Es más dificil, parece el ala de un pájaro.
- Se titula Pájaro en el espacio.
- Si pienso en un vencejo cortando y piando no me parece rara. Creo que pasa lo mismo que con las caras, ha hecho la sensación que produce un pájaro en vuelo.
- ¿Crees que es acertado representarlo así? sin plumas, garras, pico, sin cielo...
- Claro, lo que no se ve, no tiene la misma forma que lo que si se ve. Además si preguntas, seguro que muchas personas piensan en volar o el las alas de los pájaros al verla.
- ¿Uno más James?
- Vale. Quiero un helado de cookies.
- Ya veremos...
- ¿Es del mismo?
- Sí.
- Parece de las iglesias viejas..
- Románicas. Aquí ha vuelto a hacer lo mismo que tan bien has visto en las cabezas doradas, no importa que el hombre y la mujer sean casi iguales, ni que los brazos carezcan de vitalidad o el gesto de emoción. Hay pocos besos tan auténticos como este, representa mediante un bloque sencillo algo complejo de explicar, lo que sucede cuando dos personas se quieren con la frente y el corazón.
- Es verdad, pero yo todavía no me he besado con nadie así que no sé...
- Ya lo comprobarás, no hay prisa.
- ¿Cómo se llama este artísta? -pregunta James mientras se le aviene como un relámpago el recuerdo de Carmencita-.
- Constantin Brancusi. Nació en Rumanía, que está al final de Europa, hacia el este.
- Me gusta poder mirar lo que no se ve a simple vista...
- Ademas del exquisito tratamiento de los materiales, esa es la razón de que sean obras sin lugar ni tiempo, especiales.
30.9.11
Ron Mueck llega a la ciudad de México
El museo capitalino exhibe las impresionantes piezas a escala en las que el artista australiano logra expresar emociones en situaciones muy específicas.
Las obras se exhiben ahora en la planta baja del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Las obras se exhiben ahora en la planta baja del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
27.9.11
26.9.11
Rothko y James (2ºparte)
- Quiero volver a ver aquel cuadro en el que parecía que no había nada.
- El Rothko que decías que era como la luna de noche.
- Ese.
- Aquel cuadro lo pintó un año antes de morir. Al final su paleta se fue oscureciendo hasta quedar monócroma. El último encargo que recibió fue la capilla Ménil. Es un espacio centralizado alrededor del cual, hay catorce grandes lienzos.
- Sin santos...
- Sin santos ni cruces.
- Pero una iglesia debe tener santos y cruces.
- No es del todo necesario, si lo que se intenta es alcanzar un estado de contemplación.
- ¿Qué es?
- Cuando uno está en calma sin pensar en nada, adrede.
- ¿Se puede dejar de pensar en cosas?
- Se trata de dejar de discurrir como cuando resuelves un problema de matemáticas o haces la lista de la compra, es como si frenaras un rato.
- ¿Sus cuadros ayudan a frenar?
- Sí, él les daba una dimensión contemplativa, religiosa.
- Por eso están en una capilla, pero no lo entiendo.
- ¿Recuerdas el cuadro gris y negro?
- Claro, era fácil de memorizar.
- El rato que estuviste delante ¿qué pasó?
- Nada, estaba a gusto.
- ¿No pensaste nada?
- Al principio imaginé que la tierra comenzaba a salir en el espacio que era lo negro, pero después dejé de inventar...
- ¿Por qué?
- Porque no había nada, ya te lo dije.
- Precisamente, en sus cuadros no hay nada de lo que vemos en el día a día; paisajes, árboles, personas, animales, calles..nada reconocible del mundo cotidiano para que no nos encaminemos hacia lo conocido.
- ¿Podemos ver más?
- Claro.
- Si no hay nada y te quedas mirándolo no puedes pensar porque es como si te llenases de un color. Pero este tiene luz.
- No sirve para iluminar nada, es un símbolo del espíritu.
- ¿Siempre pintaba rectángulos?
- Hasta mediana edad pintaba otras cosas, signos entremezclados, paisajes urbanos un poco abstractos...
- Mamá ¿este cuadro es abstracto?
- No creas.
- ¿No?
- Verás, para Rothko, lo abstracto tenía que ver con las relaciones entre los colores, las texturas y las formas. Si nos ponemos ante sus cuadros con la manera de pensar de todos los días, veremos un cuadro abstracto sin más. En cambio, si dejamos que la pintura actúe sobre nosotros como una ventana de contemplación, no podremos decir que sean sólo unos colores compuestos sobre una tela, pues conectan con la intimidad de cada persona.
- Entonces no es tan fácil como parece...
- Hay que esforzarse un poco, era una persona inteligente y sensible. Sus grandes lienzos aunque sean bonitos en sí mismos, no tienen nada de decorativo.
- Me gusta pensar que hay una linea de horizonte entre el cielo rosa y la tierra oscura, y que allí en el cachito de linea mostaza, hay encinas en un campo amarillo y grande.
- Cada cual es libre de imaginar, pero no era esa su intención.
- ¿Puedo verlo de las dos maneras si quiero?
- Claro, mejor para tí.
- ¿Cómo se titula este?
- Normalmente no los titulaba o les ponía un nombre prosaíco como es el caso, "Blanco sobre rojo".
- En este me imagino otra cosa.
- ¿Qué cosa?
- Que me cuelo entre los blancos.
- ¿Blancos?
- Hay muchos, son como sábanas unas mojadas y otras secas. Unas se tocan y otras no. Puedes meterte entre los huecos, lo de abajo parece rojo pero está tan profundo que no puede saberse si el final es rojo o blanco, negro o dorado.
-Se llaman veladuras, es la técnica que utilizaba para sus campos de color, en cada color hay docenas de finas capas que lo hacen vibrante y le dan una luminosidad especialmente delicada.
- Son divertidas las veladuras..
- Cada color, aunque a primera vista parezca continuo, consta de un sinfín de matices, como el blanco de una perla o el de la luna. Decimos que es blanco pero es algo más complejo.
- Mamá, creo que es bueno tener la cabeza rellena de blanco un rato.
- Es una grata experiencia ¿sales?
- Ya estoy.
- El Rothko que decías que era como la luna de noche.
- Ese.
- Aquel cuadro lo pintó un año antes de morir. Al final su paleta se fue oscureciendo hasta quedar monócroma. El último encargo que recibió fue la capilla Ménil. Es un espacio centralizado alrededor del cual, hay catorce grandes lienzos.
- Sin santos...
- Sin santos ni cruces.
- Pero una iglesia debe tener santos y cruces.
- No es del todo necesario, si lo que se intenta es alcanzar un estado de contemplación.
- ¿Qué es?
- Cuando uno está en calma sin pensar en nada, adrede.
- ¿Se puede dejar de pensar en cosas?
- Se trata de dejar de discurrir como cuando resuelves un problema de matemáticas o haces la lista de la compra, es como si frenaras un rato.
- ¿Sus cuadros ayudan a frenar?
- Sí, él les daba una dimensión contemplativa, religiosa.
- Por eso están en una capilla, pero no lo entiendo.
- ¿Recuerdas el cuadro gris y negro?
- Claro, era fácil de memorizar.
- El rato que estuviste delante ¿qué pasó?
- Nada, estaba a gusto.
- ¿No pensaste nada?
- Al principio imaginé que la tierra comenzaba a salir en el espacio que era lo negro, pero después dejé de inventar...
- ¿Por qué?
- Porque no había nada, ya te lo dije.
- Precisamente, en sus cuadros no hay nada de lo que vemos en el día a día; paisajes, árboles, personas, animales, calles..nada reconocible del mundo cotidiano para que no nos encaminemos hacia lo conocido.
- ¿Podemos ver más?
- Claro.
- Si no hay nada y te quedas mirándolo no puedes pensar porque es como si te llenases de un color. Pero este tiene luz.
- No sirve para iluminar nada, es un símbolo del espíritu.
- ¿Siempre pintaba rectángulos?
- Hasta mediana edad pintaba otras cosas, signos entremezclados, paisajes urbanos un poco abstractos...
- Mamá ¿este cuadro es abstracto?
- No creas.
- ¿No?
- Verás, para Rothko, lo abstracto tenía que ver con las relaciones entre los colores, las texturas y las formas. Si nos ponemos ante sus cuadros con la manera de pensar de todos los días, veremos un cuadro abstracto sin más. En cambio, si dejamos que la pintura actúe sobre nosotros como una ventana de contemplación, no podremos decir que sean sólo unos colores compuestos sobre una tela, pues conectan con la intimidad de cada persona.
- Entonces no es tan fácil como parece...
- Hay que esforzarse un poco, era una persona inteligente y sensible. Sus grandes lienzos aunque sean bonitos en sí mismos, no tienen nada de decorativo.
- Me gusta pensar que hay una linea de horizonte entre el cielo rosa y la tierra oscura, y que allí en el cachito de linea mostaza, hay encinas en un campo amarillo y grande.
- Cada cual es libre de imaginar, pero no era esa su intención.
- ¿Puedo verlo de las dos maneras si quiero?
- Claro, mejor para tí.
- ¿Cómo se titula este?
- Normalmente no los titulaba o les ponía un nombre prosaíco como es el caso, "Blanco sobre rojo".
- En este me imagino otra cosa.
- ¿Qué cosa?
- Que me cuelo entre los blancos.
- ¿Blancos?
- Hay muchos, son como sábanas unas mojadas y otras secas. Unas se tocan y otras no. Puedes meterte entre los huecos, lo de abajo parece rojo pero está tan profundo que no puede saberse si el final es rojo o blanco, negro o dorado.
-Se llaman veladuras, es la técnica que utilizaba para sus campos de color, en cada color hay docenas de finas capas que lo hacen vibrante y le dan una luminosidad especialmente delicada.
- Son divertidas las veladuras..
- Cada color, aunque a primera vista parezca continuo, consta de un sinfín de matices, como el blanco de una perla o el de la luna. Decimos que es blanco pero es algo más complejo.
- Mamá, creo que es bueno tener la cabeza rellena de blanco un rato.
- Es una grata experiencia ¿sales?
- Ya estoy.
24.9.11
23.9.11
Rothko y James
James acaba de pasar ante una serie de obras núnca vistas. En ocasiones, su cabeza repleta de pelo moreno y ondulado, no ha levantado más de una cuarta sobre la línea de base de los lienzos. No es que sean las Bodas de Caná, como le indicó su madre al ser interrogada insistentemente sobre el cuadro más grande del mundo, pero los cuadros del Expresionismo Abstracto, se caracterizan por ser obras de gran formato, cinco, seis u ocho metros son sus medidas habituales.
Como sucedió un día ante la cúpula de cielo de Kiefer, ha sido algo invisible, lo que le ha hecho parar al final de la exposición. Una obra monocroma y algo posterior a la de los pintores del gesto, ha llamado poderosamente su atención.
Aunque existen jugosas diferencias entre la poética de Motherwell y los campos de batallas abstractas de Vedova, el alumbramiento de Pollock y el preciosismo de Mathieu, o la deliciosa acumlación de microsignos de Tancredi o Tobey y la tersa belleza de la obra de Franz Kline...tras mirar con sus redondos ojos todas estas obras, James, como un animalillo cansado, ha ido a dejarse caer en un remanso, y mientras su madre se ocupa de recoger las pertenencias de la consigna, nuestro pequeño protagonista, se formula la siguiente reflexión ante una obra de campos de color sin color:
"Seguro que es un paisaje que sólo él ha visto. Voy a esperar un poco más y si no sale nada pensaré en ello después. Puedo memorizarlo. Parece la luna de noche, la tierra azul podría ir saliendo al fondo, en el espacio negro. A lo mejor es sólo pintura gris y negra. Da gusto mirar, es como el arroz blanco".
Desde el hall que linda con la sala de exposiciones del primer piso, Helene observa a James de perfil y absorto ante el desolado paraje. Las escaleras caen desde el descansillo hasta la entrada como una cámara de aire que se fuese desinflando con el ruido.
- James, ¿vamos? –le susurra y gesticula a un par de metros-.
- Sí, es que...
- ¿Qué mirabas? -le interroga, mientras James intenta bajar los escalones acompasando sus pasos a los de Helene-.
- No lo sé, era el cuadro más raro que he visto.
- ¿Que tenía?
- Creo que no había nada.
- ¿Nada?
- Tengo que asegurarme...era como el arroz blanco mamá.
- ¿Sencillo y redondo?
- Sí, pero tenía algo más que no sé lo que es, he esperado un rato pero nada...
- ¿Te sentías a gusto mirándolo?
- Sí.
- Es lo más importante de ese cuadro, ya lo entenderás, seguro, ¿Quién era el pintor?
- No lo sé.
- Sabemos donde está, así que lo podemos localizar.
- Era gris en la parte de abajo como el suelo de la luna, de noche, sin nada de luz.
Ella sabe que se trata de uno de los Rothkos pegados a 1970. Guarda silencio, segura de la conveniencia de contemplar sus obras henchidas de color, antes de conocer su trágico final.
Siempre que surge su figura, recuerda una obra particular. Está compuesta por una hermosa mancha roja, un ángulo inferior algo cargado y el perímetro de un rectángulo levísimamente desvaído, casi invisible en la parte superior. Le alivia sentir la huella invisible, y al punto se entristece al relacionar su fragilidad, con el soitario hilo de vida del artista. Durante años, se dijo que era el cuadro más delicado del mundo, y sólo con su leve recuerdo se le rellena el pecho de minúsculas lentejas de agua chocando entre sí.
Minutos antes de salir -como se viene diciendo- han estado caminado por una de las décadas más fructíferas del arte europeo y norteamericano, los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Han visto a los grandes pintores de aquel momento, y uno de ellos, ha causado cierta impresión en este niño de ocho años, Franz Kline.
La tensión dinámica de sus telas puede resultar arrebatadora, pero esa no es la reacción que ha producido en James, sino más bien una cierta comprensión de los mecanismos de la composición. Para averiguar los caminos que va tomando su pensamiento, hemos de pegar el oído a la conversación que Helene, una vez atusado nuevamente el cabello de James, inició así:
- ¿Sucede algo?
- Que está muy bien.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque es redondo.
- No es redondo -incide Helene un poco maliciosamente-.
- Ya, quiero decir que no se cae por ningún sitio.
- Es sólido.. -incide nuevamente-.
- ¡Mamá!
- Ya, quieres decir que está equilibrado a pesar de todo, aunque carezca de medidas, geometría, reglas aparentes...
- Eso, y además el blanco, a veces está por encima del negro, por eso da gusto, porque lo que no se ve, es redondo también.
- Bien visto, Kline daba al blanco tanta importancia como al negro aunque cada uno cumple una función diferente.
- Yo creo que el blanco es el fondo, solo que en algunas partes lo ha puesto por encima del negro para compensar cuando está detrás o muy metido al fondo en otros sitios del cuadro, así compensa lo que no se ve y hace bonito dentro.
- ¿Donde?
- Dentro.
Helene relaciona el ángulo inferior algo cargado del que para ella fue el cuadro más delicado del mundo, con la apreciación sobre los blancos de su hijo, y se da cuenta de que hacer bonito para dentro, es lo que tantas veces le ha mentado a su pequeño vástago como esponjarse, una de las principales funciones del arte.
- Eso es esponjarse James.
- El ¿qué?
- Hacer bonito dentro.
- Es porque algunos cuadros no son sólo pintura ¿verdad?
- Verdad, la pintura sin capacidad de esponjar es de baja calidad.
- Lo noto a veces.
- Lo sé.
Como sucedió un día ante la cúpula de cielo de Kiefer, ha sido algo invisible, lo que le ha hecho parar al final de la exposición. Una obra monocroma y algo posterior a la de los pintores del gesto, ha llamado poderosamente su atención.
Aunque existen jugosas diferencias entre la poética de Motherwell y los campos de batallas abstractas de Vedova, el alumbramiento de Pollock y el preciosismo de Mathieu, o la deliciosa acumlación de microsignos de Tancredi o Tobey y la tersa belleza de la obra de Franz Kline...tras mirar con sus redondos ojos todas estas obras, James, como un animalillo cansado, ha ido a dejarse caer en un remanso, y mientras su madre se ocupa de recoger las pertenencias de la consigna, nuestro pequeño protagonista, se formula la siguiente reflexión ante una obra de campos de color sin color:
"Seguro que es un paisaje que sólo él ha visto. Voy a esperar un poco más y si no sale nada pensaré en ello después. Puedo memorizarlo. Parece la luna de noche, la tierra azul podría ir saliendo al fondo, en el espacio negro. A lo mejor es sólo pintura gris y negra. Da gusto mirar, es como el arroz blanco".
Desde el hall que linda con la sala de exposiciones del primer piso, Helene observa a James de perfil y absorto ante el desolado paraje. Las escaleras caen desde el descansillo hasta la entrada como una cámara de aire que se fuese desinflando con el ruido.
- James, ¿vamos? –le susurra y gesticula a un par de metros-.
- Sí, es que...
- ¿Qué mirabas? -le interroga, mientras James intenta bajar los escalones acompasando sus pasos a los de Helene-.
- No lo sé, era el cuadro más raro que he visto.
- ¿Que tenía?
- Creo que no había nada.
- ¿Nada?
- Tengo que asegurarme...era como el arroz blanco mamá.
- ¿Sencillo y redondo?
- Sí, pero tenía algo más que no sé lo que es, he esperado un rato pero nada...
- ¿Te sentías a gusto mirándolo?
- Sí.
- Es lo más importante de ese cuadro, ya lo entenderás, seguro, ¿Quién era el pintor?
- No lo sé.
- Sabemos donde está, así que lo podemos localizar.
- Era gris en la parte de abajo como el suelo de la luna, de noche, sin nada de luz.
Ella sabe que se trata de uno de los Rothkos pegados a 1970. Guarda silencio, segura de la conveniencia de contemplar sus obras henchidas de color, antes de conocer su trágico final.
Siempre que surge su figura, recuerda una obra particular. Está compuesta por una hermosa mancha roja, un ángulo inferior algo cargado y el perímetro de un rectángulo levísimamente desvaído, casi invisible en la parte superior. Le alivia sentir la huella invisible, y al punto se entristece al relacionar su fragilidad, con el soitario hilo de vida del artista. Durante años, se dijo que era el cuadro más delicado del mundo, y sólo con su leve recuerdo se le rellena el pecho de minúsculas lentejas de agua chocando entre sí.
Minutos antes de salir -como se viene diciendo- han estado caminado por una de las décadas más fructíferas del arte europeo y norteamericano, los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Han visto a los grandes pintores de aquel momento, y uno de ellos, ha causado cierta impresión en este niño de ocho años, Franz Kline.
La tensión dinámica de sus telas puede resultar arrebatadora, pero esa no es la reacción que ha producido en James, sino más bien una cierta comprensión de los mecanismos de la composición. Para averiguar los caminos que va tomando su pensamiento, hemos de pegar el oído a la conversación que Helene, una vez atusado nuevamente el cabello de James, inició así:
- ¿Sucede algo?
- Que está muy bien.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque es redondo.
- No es redondo -incide Helene un poco maliciosamente-.
- Ya, quiero decir que no se cae por ningún sitio.
- Es sólido.. -incide nuevamente-.
- ¡Mamá!
- Ya, quieres decir que está equilibrado a pesar de todo, aunque carezca de medidas, geometría, reglas aparentes...
- Eso, y además el blanco, a veces está por encima del negro, por eso da gusto, porque lo que no se ve, es redondo también.
- Bien visto, Kline daba al blanco tanta importancia como al negro aunque cada uno cumple una función diferente.
- Yo creo que el blanco es el fondo, solo que en algunas partes lo ha puesto por encima del negro para compensar cuando está detrás o muy metido al fondo en otros sitios del cuadro, así compensa lo que no se ve y hace bonito dentro.
- ¿Donde?
- Dentro.
Helene relaciona el ángulo inferior algo cargado del que para ella fue el cuadro más delicado del mundo, con la apreciación sobre los blancos de su hijo, y se da cuenta de que hacer bonito para dentro, es lo que tantas veces le ha mentado a su pequeño vástago como esponjarse, una de las principales funciones del arte.
- Eso es esponjarse James.
- El ¿qué?
- Hacer bonito dentro.
- Es porque algunos cuadros no son sólo pintura ¿verdad?
- Verdad, la pintura sin capacidad de esponjar es de baja calidad.
- Lo noto a veces.
- Lo sé.
22.9.11
El romanticismo ruso en época de Pushkin
El Museo del Romanticismo de Madrid acoge una muestra con pinturas que transportan al visitante al siglo XIX ruso. Articulada en dos espacios, Escenarios y Protagonistas, la exposición muestra el panorama de la Rusia de 1810 a 1850.
21.9.11
20.9.11
Por primera vez en España se podrá visitar la exposición 'Cambio de Paradigma'
La colección de la Fundación Serralves llega al Musac a partir del 24 de septiembre.
La exposición, centrada en una selección de 89 obras de 62 artistas pertenecientes a la principal colección portuguesa de arte contemporáneo, construye una revisión de un período –los años 60 y 70.
La exposición, centrada en una selección de 89 obras de 62 artistas pertenecientes a la principal colección portuguesa de arte contemporáneo, construye una revisión de un período –los años 60 y 70.
19.9.11
18.9.11
Duchamp y James
- ¿Quien es?
- Marcel Duchamp, tuvo una buena idea que otros se encargaron de desarrollar.
- ¿Cual?
- El ready-made.
- ¿Qué es?
- Son objetos cotidianos, utilizados en un contexto artístico.
- ¿Cualquier objeto vale?
- Sí.
- ¿Un balón de fútbol?
- Sí, Koons, que hizo las flores que te producían malestar, puso pelotas de baloncesto en un acuario medio lleno.
- Y un coche ¿se vale?
- También, Rauschernberg hizo uno, Armán los apilaba y Vostell tiene algunos con cemento, en Malpartida, mira.
- Entonces, a Duchamp fue al primero que se ocurrió coger cosas de la calle y ponerlas como si fueran arte...
- Eso es, un poco antes de la Primera Guerra Mundial tomó una rueda de bicicleta y la puso encima de un taburete, es esta, bueno en realidad no es la original, que se perdió.
- ¿Por qué?
- Su hermana Suzanne la tiró a la basura junto con otras cosas. Para ella era lo que veía, un estaribel, nada más.
- ¿No lo es?
- Sí, y también una idea que abre la puerta del arte a los demás objetos.
- Es buena idea, se pueden hacer muchas cosas así...
- Lo es.
- La rueda no me disgusta...¿hizo muchos ready-mades?
- Muy pocos. Uno de los más famosos es una pala de tierra apoyada en la pared y un urinario firmado.
- ¿Pintaba?
- En 1917, cuando tenía treinta años, lo dejó. Este cuadro es especialmente bueno, representa el movimiento de un desnudo bajando una escalera. Se fijó en las fotografías estroboscópicas, que son aquellas tiras de fotos que parecen iguales paro cambian un poco de una a la siguiente, como secuencias de fotogramas...
- Ahh, se apelotona todo.
- Eso es lo que ha ocurrido, sin embargo, está muy bien resuelto.
- Entonces, sino pintaba ni inventaba ready-mades, ¿qué hacía?
- Jugaba al ajedrez.
- ¿Todo el rato?
- Casi todo. Llegó a jugar con los mejores ajedrecistas profesionales del mundo y aunque no los ganaba, a veces conseguía tablas. Fue de los mejores franceses de su época, estuvo en el equipo nacional. Le apasionaba.
- ¿Más que el arte?
- Eso parece.
- Pero es un juego.
- Él lo consideraba una obra maestra con infinitud de posibilidades, cambiante y abierta.
- No entiendo.
- Duchamp iba contra lo que llamaba, el arte retiniano, es decir, las obras que entran por los ojos y quedan allí, en la retina.
- ¿En contra?
- Reivindicaba el arte que llegaba al entendimiento, el que nos obliga a activar otras rutas en el pensamiento. Es un esfuerzo que no todas las personas están dispuestas a realizar.
- ¿Por qué?
- Porque están satisfechas con su cómoda forma de razonar y no hacen el esfuerzo ante lo diferente.
- Es que los ready-mades son muy feos.
- Es cierto, si no entran por los ojos, mal vas a pasar un rato con ellos, resulta mejor pensarlos que contemplarlos...
- Me gusta más la señora que esperaba de Kienholz o la cabra de Rauschenberg.
- Son artistas posteriores, introdujeron cosas preexistentes para componer obras más elaboradas que las de Marcel Duchamp. Sus piezas son composiciones completas mientras que las del francés, son apenas dos o tres notas musicales. Un día, envió un libro de geometría a Suzanne y le dijo que lo pusiera en la ventana colgado de un cordel, para que la geometría euclidiana se airease.
- ¿Para qué?
- Por aquella época estaba en plena ebullición la teoría de la relatividad. Poner un libro de geometría euclidiana a merced del aire, significa un mejor entendimiento de la realidad. Las reglas son útiles pero no lo lo único.
- Me he perdido.
- Duchamp envió una nota a Suzanne donde decía que era recomendable situarlo en la ventana para que el viento pasase sus hojas y así aprendiese tres o cuatro cosas sobre la vida..
- A lo mejor..
- ¿Qué?
- Que también estaba pensando en el ajedrez.
- Sí, podría a haber colocado un libro de reglas de ajedrez, es necesario conocer las reglas pero durante la partida, no lo son todo.
- No sé...
- Verás, un fondo sin violines puede estar bien hecho, pero uno con violines, como la pared blanca bajo la cofia de la mujer que hacía torrijas o los de Rembrandt, además de entrar por los ojos, poseen el viento que movía las hojas del libro de geometría colgado en la ventana.
- Ya entiendo, pero no me gustan sus ready-mades, tendrán viento pero son feos y eso también es importante..¿no?
- Para él, no mucho, pero en mi opinión, cumplir ciertas reglas artísticas no resta belleza, ni profundidad a una obra.
- Claro. A mi me gustan los vasos roemer porque llevan paisajes dentro...
- Son extraordinarios, no obstante, su idea, abrió muchas posibilidades.
- Marcel Duchamp, tuvo una buena idea que otros se encargaron de desarrollar.
- ¿Cual?
- El ready-made.
- ¿Qué es?
- Son objetos cotidianos, utilizados en un contexto artístico.
- ¿Cualquier objeto vale?
- Sí.
- ¿Un balón de fútbol?
- Sí, Koons, que hizo las flores que te producían malestar, puso pelotas de baloncesto en un acuario medio lleno.
- Y un coche ¿se vale?
- También, Rauschernberg hizo uno, Armán los apilaba y Vostell tiene algunos con cemento, en Malpartida, mira.
- Entonces, a Duchamp fue al primero que se ocurrió coger cosas de la calle y ponerlas como si fueran arte...
- Eso es, un poco antes de la Primera Guerra Mundial tomó una rueda de bicicleta y la puso encima de un taburete, es esta, bueno en realidad no es la original, que se perdió.
- ¿Por qué?
- Su hermana Suzanne la tiró a la basura junto con otras cosas. Para ella era lo que veía, un estaribel, nada más.
- ¿No lo es?
- Sí, y también una idea que abre la puerta del arte a los demás objetos.
- Es buena idea, se pueden hacer muchas cosas así...
- Lo es.
- La rueda no me disgusta...¿hizo muchos ready-mades?
- Muy pocos. Uno de los más famosos es una pala de tierra apoyada en la pared y un urinario firmado.
- ¿Pintaba?
- En 1917, cuando tenía treinta años, lo dejó. Este cuadro es especialmente bueno, representa el movimiento de un desnudo bajando una escalera. Se fijó en las fotografías estroboscópicas, que son aquellas tiras de fotos que parecen iguales paro cambian un poco de una a la siguiente, como secuencias de fotogramas...
- Ahh, se apelotona todo.
- Eso es lo que ha ocurrido, sin embargo, está muy bien resuelto.
- Entonces, sino pintaba ni inventaba ready-mades, ¿qué hacía?
- Jugaba al ajedrez.
- ¿Todo el rato?
- Casi todo. Llegó a jugar con los mejores ajedrecistas profesionales del mundo y aunque no los ganaba, a veces conseguía tablas. Fue de los mejores franceses de su época, estuvo en el equipo nacional. Le apasionaba.
- ¿Más que el arte?
- Eso parece.
- Pero es un juego.
- Él lo consideraba una obra maestra con infinitud de posibilidades, cambiante y abierta.
- No entiendo.
- Duchamp iba contra lo que llamaba, el arte retiniano, es decir, las obras que entran por los ojos y quedan allí, en la retina.
- ¿En contra?
- Reivindicaba el arte que llegaba al entendimiento, el que nos obliga a activar otras rutas en el pensamiento. Es un esfuerzo que no todas las personas están dispuestas a realizar.
- ¿Por qué?
- Porque están satisfechas con su cómoda forma de razonar y no hacen el esfuerzo ante lo diferente.
- Es que los ready-mades son muy feos.
- Es cierto, si no entran por los ojos, mal vas a pasar un rato con ellos, resulta mejor pensarlos que contemplarlos...
- Me gusta más la señora que esperaba de Kienholz o la cabra de Rauschenberg.
- Son artistas posteriores, introdujeron cosas preexistentes para componer obras más elaboradas que las de Marcel Duchamp. Sus piezas son composiciones completas mientras que las del francés, son apenas dos o tres notas musicales. Un día, envió un libro de geometría a Suzanne y le dijo que lo pusiera en la ventana colgado de un cordel, para que la geometría euclidiana se airease.
- ¿Para qué?
- Por aquella época estaba en plena ebullición la teoría de la relatividad. Poner un libro de geometría euclidiana a merced del aire, significa un mejor entendimiento de la realidad. Las reglas son útiles pero no lo lo único.
- Me he perdido.
- Duchamp envió una nota a Suzanne donde decía que era recomendable situarlo en la ventana para que el viento pasase sus hojas y así aprendiese tres o cuatro cosas sobre la vida..
- A lo mejor..
- ¿Qué?
- Que también estaba pensando en el ajedrez.
- Sí, podría a haber colocado un libro de reglas de ajedrez, es necesario conocer las reglas pero durante la partida, no lo son todo.
- No sé...
- Verás, un fondo sin violines puede estar bien hecho, pero uno con violines, como la pared blanca bajo la cofia de la mujer que hacía torrijas o los de Rembrandt, además de entrar por los ojos, poseen el viento que movía las hojas del libro de geometría colgado en la ventana.
- Ya entiendo, pero no me gustan sus ready-mades, tendrán viento pero son feos y eso también es importante..¿no?
- Para él, no mucho, pero en mi opinión, cumplir ciertas reglas artísticas no resta belleza, ni profundidad a una obra.
- Claro. A mi me gustan los vasos roemer porque llevan paisajes dentro...
- Son extraordinarios, no obstante, su idea, abrió muchas posibilidades.
14.9.11
13.9.11
Rauschenberg y James
- ¿Por qué hay una cabra en un museo? ¿es por lo mismo que había un tiburón?
- No, el tiburón de Hirst se titulaba "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo", es decir, tenía la paradójica intención de mostrar lo nunca visto, la inmortalidad.
- Pero el pez se estaba pudriendo como todas las cosas vivas, no salió bien.
- Claro. Pienso que la cabra no tiene que ver con el tiburón.
- A lo mejor el neumático es un salvavidas.
- ¿Qué quieres decir James?
- Que al igual que Hirst puso formol en el tiburón para que se mantuviera, el flotador sostiene a la cabra, aunque no haya agua. Puede querer decir que la cabra con flotador, va a vivir un montón de años en los museos..
- Puede ser. Una de las ideas claras de Robert Rauschenberg es la de acercar el arte a la vida real.
- ¿Qué piensas mamá?
- Que aunque sólo fueran dos objetos inconexos que se han juntado sobre esa plataforma de pintura, resultan atrayentes estéticamente, es un gran compositor.
- Me gusta que haya cabras en lo museos, y gallinas, y tiburones.
- Mira...
- El arte a veces es muy difícil. Estoy en blanco. No sé si es una obra o algo de la calle.
- Ambas cosas. Date cuenta de que tiene algo...
- No sé el qué... parece algo de la basura, que no vale.
- Reutilizaba materiales y cosas descartadas, llantas, tubos de escape, paños, todo..
- ¿Como aquel artista de la señora que esperaba?
- Como Kienholz, sí, y lo incluía en sus piezas, o a veces el mismo objeto formaba la pieza en la que intervenía mínimamente.
- Entonces por ahí, hay cosas que pueden ser obras de arte..
- En potencia sí.
- Y las tira la gente..
- Sí, porque no ven en ellas más que deshechos.
- ¿Y no lo son?
- Para ellos sí, para Rauschenberg y otros puede que no. Él les daba una utilidad nunca imaginada..
- Pero sigo sin saber lo que es.
- Lo hizo para un amigo y colega Tinguely. Trabajaron juntos en alguna ocasión. Es una composición en la que todo está dispuesto atendiendo a unas reglas no escritas.
- ¿Cuales?
- Las suyas. La malla de muelles, los pliegues de batista, el untazo de blanco sobre la sábana, la escalera de juguete, el desconchado soporte de madera, el pender quieto del nudo.. todo forma parte de una ordenación.
- Mira.
- Vaya... yo creo que es, como él ve el mundo.
- ¿Qué quieres decir?
- Que lo ve con colores y a la vez muy complicado.
- ¿Ves profundidad?
- Sí, algunos rectángulos rosas están por encima del fondo, y puedes sentarte sobre ellos y descolgar las piernas hacia abajo, hacia el hueco de colores, me encanta este cuadro mamá. ¿Puedo acercarme más?
- Debes hacerlo. Muchas personas no ven más que garabatos en todo esto.
- No son garabatos, estoy seguro.
- Me alegra que puedas entenderlo así. Otras personas, atienden sólo al aspecto compositivo, colores, texturas, formas, a como está colocado todo.
- También se puede jugar, puedes meterte debajo de los colores de pétalo de rosa y hacer la plancha como si estuvieras flotando mientras lo demás se mueve, o puedes tirarte desde allí...
- ¿A donde?
- Hacia el fondo, y ver todo alrededor, fotografías, puntos, colores transparentes, chorretones... Si te haces del tamaño de un garbanzo y comienzas a caminar de un lado a otro, percibes el panorama. Por el medio de la tabla central tienes sobre la cabeza dos líneas blancas, delante manchas de naranjas y hoyos rosas que parecen tener cientos de metros, y mientras vas pisando sobre fotografías que casi no se ven, si miras debajo de tus pies, hay un fondo de colores, una..
- ¿Atmósfera?
- Eso es, si te haces como un garbanzo puedes caminar por una atmósfera de colores.
- Entonces, dices que el camino que atraviesa las tres tablas, si pudiera hacerse tridimensional, sería un mundo de color..
- Ya es tridimensional, es un paseo bonito. ¿Sabes que pienso mamá?
- No hijo.
- Que los rectánglos de colores son trampolines y lo demás es agua de colores.
- A lo mejor nos está tentando a zambullirnos en la pintura de verdad.
- ¿De verdad?
- Ese agua, es uno de los ejercicios compositivos más complejos, te acuerdas de la composición con rectas negras de Van Doesburg, ¿verdad?
- Sí.
- Sólo había lineas de un grosor determinado, un único color, sobre un fondo uniforme.
- Sí...
- La composición de Rauschenberg carece de condicionantes. Por eso muchas personas ponen reparos en zambullirse, no se fían ante la falta de reglas y piensan que es algo caótico sin más...
- Es como cuando te intentas tirar de cabeza por primera vez, que te da como un frenazo y no te atreves a saltar.
- Algo parecido, la orilla suele parecer más segura. Componer con dos docenas de elementos resulta más complejo que hacerlo con dos o tres.
- Es un gran chapuzón mamá.
- Lo és. Vamos a ver el último...
- Tenía mucha imaginación, ¿a que sí?
- Claro, de los que más.
- Es precioso mamá, ¿tú crees que el veía así el mundo?
- ¿Cómo?
- Tan lleno de cosas diferentes, pintura, fotografías, composiciones, animales, cosas, frases...
- Sí, creo que representaba las cosas según las sentía, todas a la vez, porque en realidad, así suceden, aunque nosotros las vayamos colocando paulatinamente en nuestra memoria. Aquí la pintura parece estar por debajo de todo, creo que era lo que le ayudaba a entender su tiempo.
- Es verdad, sin ella este cuadro sería un rollo..y con la pintura queda bien.
- Se equilibra.
- Entonces ¿la pintura le servía para conocerse a sí mismo?
- Creo que sí.
- Como Rembrandt que pintaba violines invisibles en los fondos, por poder pintar..
- Algo parecido...
- ¿Y las señales?
- Marcan direcciones, cada uno nada en una u otra.
- Entiendo...
- James... mira, es él.
- Parece exigente.
- Sí. Decía una cosa que siempre tengo presente cuando veo una pieza difícil..
- ¿Qué?
- Que no hay material inadecuado para el arte, igual de raro es el óleo sobre el lienzo que un par de calcetines o un pedazo de cartón..
- No sé...
- Muchas veces es así, pero nos cuesta verlo..
- Es porque a veces tiene un aspecto raro..pero cuando pasa eso, te esperas un rato y siempre sale algo ¿verdad?
- Verdad.
- No, el tiburón de Hirst se titulaba "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo", es decir, tenía la paradójica intención de mostrar lo nunca visto, la inmortalidad.
- Pero el pez se estaba pudriendo como todas las cosas vivas, no salió bien.
- Claro. Pienso que la cabra no tiene que ver con el tiburón.
- A lo mejor el neumático es un salvavidas.
- ¿Qué quieres decir James?
- Que al igual que Hirst puso formol en el tiburón para que se mantuviera, el flotador sostiene a la cabra, aunque no haya agua. Puede querer decir que la cabra con flotador, va a vivir un montón de años en los museos..
- Puede ser. Una de las ideas claras de Robert Rauschenberg es la de acercar el arte a la vida real.
- ¿Qué piensas mamá?
- Que aunque sólo fueran dos objetos inconexos que se han juntado sobre esa plataforma de pintura, resultan atrayentes estéticamente, es un gran compositor.
- Me gusta que haya cabras en lo museos, y gallinas, y tiburones.
- Mira...
- El arte a veces es muy difícil. Estoy en blanco. No sé si es una obra o algo de la calle.
- Ambas cosas. Date cuenta de que tiene algo...
- No sé el qué... parece algo de la basura, que no vale.
- Reutilizaba materiales y cosas descartadas, llantas, tubos de escape, paños, todo..
- ¿Como aquel artista de la señora que esperaba?
- Como Kienholz, sí, y lo incluía en sus piezas, o a veces el mismo objeto formaba la pieza en la que intervenía mínimamente.
- Entonces por ahí, hay cosas que pueden ser obras de arte..
- En potencia sí.
- Y las tira la gente..
- Sí, porque no ven en ellas más que deshechos.
- ¿Y no lo son?
- Para ellos sí, para Rauschenberg y otros puede que no. Él les daba una utilidad nunca imaginada..
- Pero sigo sin saber lo que es.
- Lo hizo para un amigo y colega Tinguely. Trabajaron juntos en alguna ocasión. Es una composición en la que todo está dispuesto atendiendo a unas reglas no escritas.
- ¿Cuales?
- Las suyas. La malla de muelles, los pliegues de batista, el untazo de blanco sobre la sábana, la escalera de juguete, el desconchado soporte de madera, el pender quieto del nudo.. todo forma parte de una ordenación.
- Mira.
- Vaya... yo creo que es, como él ve el mundo.
- ¿Qué quieres decir?
- Que lo ve con colores y a la vez muy complicado.
- ¿Ves profundidad?
- Sí, algunos rectángulos rosas están por encima del fondo, y puedes sentarte sobre ellos y descolgar las piernas hacia abajo, hacia el hueco de colores, me encanta este cuadro mamá. ¿Puedo acercarme más?
- Debes hacerlo. Muchas personas no ven más que garabatos en todo esto.
- No son garabatos, estoy seguro.
- Me alegra que puedas entenderlo así. Otras personas, atienden sólo al aspecto compositivo, colores, texturas, formas, a como está colocado todo.
- También se puede jugar, puedes meterte debajo de los colores de pétalo de rosa y hacer la plancha como si estuvieras flotando mientras lo demás se mueve, o puedes tirarte desde allí...
- ¿A donde?
- Hacia el fondo, y ver todo alrededor, fotografías, puntos, colores transparentes, chorretones... Si te haces del tamaño de un garbanzo y comienzas a caminar de un lado a otro, percibes el panorama. Por el medio de la tabla central tienes sobre la cabeza dos líneas blancas, delante manchas de naranjas y hoyos rosas que parecen tener cientos de metros, y mientras vas pisando sobre fotografías que casi no se ven, si miras debajo de tus pies, hay un fondo de colores, una..
- ¿Atmósfera?
- Eso es, si te haces como un garbanzo puedes caminar por una atmósfera de colores.
- Entonces, dices que el camino que atraviesa las tres tablas, si pudiera hacerse tridimensional, sería un mundo de color..
- Ya es tridimensional, es un paseo bonito. ¿Sabes que pienso mamá?
- No hijo.
- Que los rectánglos de colores son trampolines y lo demás es agua de colores.
- A lo mejor nos está tentando a zambullirnos en la pintura de verdad.
- ¿De verdad?
- Ese agua, es uno de los ejercicios compositivos más complejos, te acuerdas de la composición con rectas negras de Van Doesburg, ¿verdad?
- Sí.
- Sólo había lineas de un grosor determinado, un único color, sobre un fondo uniforme.
- Sí...
- La composición de Rauschenberg carece de condicionantes. Por eso muchas personas ponen reparos en zambullirse, no se fían ante la falta de reglas y piensan que es algo caótico sin más...
- Es como cuando te intentas tirar de cabeza por primera vez, que te da como un frenazo y no te atreves a saltar.
- Algo parecido, la orilla suele parecer más segura. Componer con dos docenas de elementos resulta más complejo que hacerlo con dos o tres.
- Es un gran chapuzón mamá.
- Lo és. Vamos a ver el último...
- Tenía mucha imaginación, ¿a que sí?
- Claro, de los que más.
- Es precioso mamá, ¿tú crees que el veía así el mundo?
- ¿Cómo?
- Tan lleno de cosas diferentes, pintura, fotografías, composiciones, animales, cosas, frases...
- Sí, creo que representaba las cosas según las sentía, todas a la vez, porque en realidad, así suceden, aunque nosotros las vayamos colocando paulatinamente en nuestra memoria. Aquí la pintura parece estar por debajo de todo, creo que era lo que le ayudaba a entender su tiempo.
- Es verdad, sin ella este cuadro sería un rollo..y con la pintura queda bien.
- Se equilibra.
- Entonces ¿la pintura le servía para conocerse a sí mismo?
- Creo que sí.
- Como Rembrandt que pintaba violines invisibles en los fondos, por poder pintar..
- Algo parecido...
- ¿Y las señales?
- Marcan direcciones, cada uno nada en una u otra.
- Entiendo...
- James... mira, es él.
- Parece exigente.
- Sí. Decía una cosa que siempre tengo presente cuando veo una pieza difícil..
- ¿Qué?
- Que no hay material inadecuado para el arte, igual de raro es el óleo sobre el lienzo que un par de calcetines o un pedazo de cartón..
- No sé...
- Muchas veces es así, pero nos cuesta verlo..
- Es porque a veces tiene un aspecto raro..pero cuando pasa eso, te esperas un rato y siempre sale algo ¿verdad?
- Verdad.
11.9.11
10.9.11
9.9.11
8.9.11
Viaje a los abismos de la fotografía
José Manuel Ballester se asoma a la abstracción a través de sus retratos arquitectónicos. Una recopilación de fotografías desde 1999, la más antigua, hasta la actualidad.
Se podrán ver en la sala de exposiciones Alcalá 31 en Madrid hasta el 20 de noviembre.
Se podrán ver en la sala de exposiciones Alcalá 31 en Madrid hasta el 20 de noviembre.
7.9.11
6.9.11
Una interpretación de la colección de la Fundación Botín
Cinco relevantes artistas españoles y seis extranjeros, confrontados en la interpretación que la comisaria Carmen Giménez realiza de la colección de arte de la Fundación Botín para la muestra que este verano, desde el 5 de julio hasta el 18 de septiembre, acoge la sala de la institución situada en el centro de Santander.
5.9.11
3.9.11
Murillo y James
- ¿Qué mira?
- El pintor nos lo esconde
- ¿Por qué?
- Porque lo que le interesa es la reacción que provoca en él. Sea lo que fuere, el niño es capaz de sentir vivamente una acción aunque suceda en la calle.
- ¿Eso es importante?
- Claro, Murillo tenía claro que los niños, en cuanto pueden se pegan a los momentos felices. Quizá pensase que esa dulce capacidad no debía perderse con los años.
- Ahh..
- Mira es el mismo caso. Sólo la actitud o la mirada de un perro, es suficiente para llegarle y hacerle sonrreir.
- Mamá.
- ¿Qué?
- ¿Son pobres?
- Sí.
- Y siendo pobre ¿no se está más triste?
- Depende de cada uno.
- ¡Vaya!
- ¿Qué pasa James?
- Nada. - Acaba de sentir un cosquilleo en el pecho. La luz templada le lleva a pensar en un paisaje atardecido de nubes medias, coliflores de un kilómetro entreveradas sobre la tierra oliva. Se siente como el niño que mira por la ventana, agradecido de observar un rostro que sencillamente, le rellena.
No se para en la negrura tras su espalda, ni en sus poderosos brazos o el gesto de su compañera, pero no importa. Ve en ella su paraje. Por su parte, Mu resguarda para él los tres puntazos rojos -excelentemente colocados-, la calidad de cada pliegue de la blusa, la sutil desaparición de su cintura en la penumbra y la claridad de la carne de los hombros.
El sevillano, que estuvo tres años en compañía de su coterráneo Velázquez, se interesó especialmente por la psicología de los niños. Es la vitalidad infantil ante la adversidad, lo que representa. Si en otros cuadros nuestro pequeño protagonista se ha enrredado con el aire del Alcázar donde posaba Felipe Próspero, pasando las yemas por las aristas de obras de geometría abstracta, o imaginando paisajes y pájaros dentro de vasos Roemer, ante los niños de Murillo, ha quedado completamente de su lado.
- ¿Podemos llevarnos este cuadro?
- ...podemos comprar una lámina -dice Helene recogiendo a su hijo por el hombro-.
- Vale.
- ¿Te gusta?
- La conozco mamá -Reconoce en ella a Carmencita, crecida pero aún con su mirada clara-.
- Es del Siglo de Oro.
- ¿Puede ser que de igual?
- Sí.
- ¿Quienes son estas personas?
- Son humildes de la Sevilla de hace más de tres siglos, pintados con cariño. Gentes de corazón sencillo en acciones espontáneas.
- ¿Los conocía?
- Seguramente, estuvo unos años pintando en la calle para ganarse la vida, conocía bien a los diferentes tipos de personas.
- Me gusta, si te acercas es más bonita.
- No es raro que de gusto mirar cualquiera de sus pinturas de género. Este es su autorretrato.
- Tiene la mano fuera..
- En pintura, cuando una obra intenta engañar al ojo, se llama trampantojo. Es una guinda. Mira hay una paleta, pinceles y colores, le gustaba su trabajo
- Parece muy serio.
- Aunque fuera de buen carácter, lo era, ambas cosas no están reñidas.
- El pintor nos lo esconde
- ¿Por qué?
- Porque lo que le interesa es la reacción que provoca en él. Sea lo que fuere, el niño es capaz de sentir vivamente una acción aunque suceda en la calle.
- ¿Eso es importante?
- Claro, Murillo tenía claro que los niños, en cuanto pueden se pegan a los momentos felices. Quizá pensase que esa dulce capacidad no debía perderse con los años.
- Ahh..
- Mira es el mismo caso. Sólo la actitud o la mirada de un perro, es suficiente para llegarle y hacerle sonrreir.
- Mamá.
- ¿Qué?
- ¿Son pobres?
- Sí.
- Y siendo pobre ¿no se está más triste?
- Depende de cada uno.
- ¡Vaya!
- ¿Qué pasa James?
- Nada. - Acaba de sentir un cosquilleo en el pecho. La luz templada le lleva a pensar en un paisaje atardecido de nubes medias, coliflores de un kilómetro entreveradas sobre la tierra oliva. Se siente como el niño que mira por la ventana, agradecido de observar un rostro que sencillamente, le rellena.
No se para en la negrura tras su espalda, ni en sus poderosos brazos o el gesto de su compañera, pero no importa. Ve en ella su paraje. Por su parte, Mu resguarda para él los tres puntazos rojos -excelentemente colocados-, la calidad de cada pliegue de la blusa, la sutil desaparición de su cintura en la penumbra y la claridad de la carne de los hombros.
El sevillano, que estuvo tres años en compañía de su coterráneo Velázquez, se interesó especialmente por la psicología de los niños. Es la vitalidad infantil ante la adversidad, lo que representa. Si en otros cuadros nuestro pequeño protagonista se ha enrredado con el aire del Alcázar donde posaba Felipe Próspero, pasando las yemas por las aristas de obras de geometría abstracta, o imaginando paisajes y pájaros dentro de vasos Roemer, ante los niños de Murillo, ha quedado completamente de su lado.
- ¿Podemos llevarnos este cuadro?
- ...podemos comprar una lámina -dice Helene recogiendo a su hijo por el hombro-.
- Vale.
- ¿Te gusta?
- La conozco mamá -Reconoce en ella a Carmencita, crecida pero aún con su mirada clara-.
- Es del Siglo de Oro.
- ¿Puede ser que de igual?
- Sí.
- ¿Quienes son estas personas?
- Son humildes de la Sevilla de hace más de tres siglos, pintados con cariño. Gentes de corazón sencillo en acciones espontáneas.
- ¿Los conocía?
- Seguramente, estuvo unos años pintando en la calle para ganarse la vida, conocía bien a los diferentes tipos de personas.
- Me gusta, si te acercas es más bonita.
- No es raro que de gusto mirar cualquiera de sus pinturas de género. Este es su autorretrato.
- Tiene la mano fuera..
- En pintura, cuando una obra intenta engañar al ojo, se llama trampantojo. Es una guinda. Mira hay una paleta, pinceles y colores, le gustaba su trabajo
- Parece muy serio.
- Aunque fuera de buen carácter, lo era, ambas cosas no están reñidas.
2.9.11
La acróbata de la bola, próxima obra invitada en el Museo del Prado
A partir del próximo 17 de septiembre, podremos ver en la Sala 60 del Museo del Prado una de las obras más emblemáticas de Picasso, La acróbata de la bola (1905) ha sido cedida por el Museo Pushkin, perteneciente a su etapa rosa.
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