9.8.11

Merz y James

- ¿Qué es eso?
- El esqueleto de un iglú.
- Parecen la patas de una araña, ¿puedo entrar?
- Claro.
- Se está a gusto.
- ¿Qué se siente?
- Es diferente a estar fuera, me hace sonrreir, ¿a ti te gusta mamá?
- Mucho, quizá sea el iglú más delicado de Mario Merz.
- ¿Hizo muchos?
- Bastantes, mira allí hay uno doble.
- No puedo dejar de mirar el reno.
- Normal.
- ¿Por qué?
- No sé, pero me pasa lo mismo.
- ¿Y el número?
- Tiene que ver con la secuencia de Fibonacci.
- ¿Qué es?
- Una serie de números que se siguen hasta el infinito mediante la suma de los dos anteriores. Los inventó Fibonacci en el siglo XIII. Verás; 1 1 2 3 5 8 11..
- Diecinueve, treinta, cuarenta y nueve..
- Eso es, creo que 10946, es un número de la serie.
- ¿Y por qué está ahí?
- Un número Fibonacci indica infinitud.
- ¿De renos?
- No creo. Los significados de los iglúes de Merz no son exactos. Es agradable mantener a Fibonacci, un reno y un iglú, dando vueltas en la cabeza.
- Es verdad; un reno entró en un iglú y se comió mil números Fibonacci.
- No sé... yo prefiero pensar que la naturaleza representada por el reno y lo que hace el hombre a bien con ella, como cúpulas o iglúes, nos resguarda.
- Pues a mí me place imaginar un reno comiendo números...¿entonces los iglúes son como cúpulas?
- Si, él decía que, ”era un lugar casi mágico que infunde protección y sensaciones religiosas”. Pone en contacto dos mundos de un modo muy respetuoso.
- Entonces, ¿el niño que tenía su propia cúpula de cielo, es como si tuviera un iglú de Merz en la cabeza?
- Sí, y además, al igual que aquella cúpula de Anselm Kiefer era translúcida, los iglúes de Merz, son siempre abiertos. Hasta en los más opacos deja ranuras para comunicar el espacio de dentro y el de fuera.
- ¿Para qué?
- Para que exista comunicación.
- Mamá.
- ¿Qué?
- ¿Son como si viésemos algunas cosas que hay dentro de la cabeza? Pensamientos...
- Sí.
- Quiero ponerme debajo del reno y las ramas.
- Creo que no va a poder ser...-Helene mira a ambos lados. Se da cuenta de que están solos. Da un inesperado azote a James y le susurra: -Vamos, date prisa- Él sale disparado. Atraviesa el primer iglú. Llega hasta el centro del segundo y se sienta con las piernas cruzadas. Mira para arriba y piensa que dentro parece haber más sombra, y que los atadillos de ramas, resultan acogedores. Tener un reno con un neón azul pastel encima de su cabeza, le produce una gracia insospechada. Ríe sin saber por qué y Helene vuelve a urgirle a que salga, James se pone de pié y regresa hacia su mamá.
- ¿Qué tal?
- ¡Guay!
- ¿Se está a gusto?
- No sé, me ha dado la risa.
- Ya he visto, ¿por qué?
- Creo que es por el reno, está tieso...
- Es la piedra clave de la cúpula...-James vuelve a reír- hay iglúes muy grandes.
- ¿Cuánto? ¿cómo una casa?
- Como una cúpula de una iglesia mediana. Están en medio de la naturaleza y en alguna plaza.
- Mira mamá, la rama se sale del iglú, se parece a las neuronas que pintaba Ramon y Cajal cuando miraba por el microscópio. Es como si se quisieran salir. No se me olvida el reno mamá.
- A mi tampoco.
- ¿Pone fuerza en italiano?
- Sí, además de los números, a veces escríbía frases de neón.
- Me gusta.
- Y a mí.




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