9.6.11

Calder y James

- ¡Guau!
- ¿Qué?
- ¡Qué pasada! es una cosa rarísima...
- ¿Qué haces?
- Soplo. No la estoy tocando...
- ¡Y tú?
- También, vamos a soplar desde el mismo sitio para moverlo.
- Vale.
Madre e hijo se sitúan tras la placa de abajo, James de pié y Helene de rodillas. Apuntando al centro de la negra aleta sueltan chorros de aire al unísono. Como están a un par de metros y las láminas son de metal, el móvil tarda en responder. La aleta comienza a pendulear bajo la cadena animada por el boliche del medio. La media luna roja va de derecha a izquierda haciendo temblar el alambre que cruza el ecuador de la pieza, meciendo, en lo alto, el punto amarillo que parece saludar. La bola blanca del fondo realiza minúsculas elipses que provocan que el artejo final, rematado de oscuros redondeles disimétricos, de una hermosa vuelta.
James se allana al ver que todo se mueve de una manera tan dulce. Va de la media luna a los redondeles negros, de estos a la bolita blanca, se pone en línea con las alambres, salta al punto gualda y vuelve a empezar sobre la negra aleta..está fascinado.
- Me gusta, ¿cuánto tiempo puede estar moviéndose?
- Siempre.
- ¿No para?
- No, se está moviendo desde que se hizo.
Helene se despega hacia otro móvil de Alexander Calder. James comienza a soplar en diferentes direcciones y con intensidades distintas para intentar parar el artilugio.
- No se para, no -aclara a su madre mientras le tira de la manga-.
- Ya te lo he dicho.
- ¿Quién es Calder?
- Es este hombre de la foto.
- Parece divertido.
- Claro.
- ¿Esto es arte también?
- Si, y además puedes jugar, no importa la edad que tengas.
- ¿No hemos hecho mal por soplar?
- Claro que no, mira su foto, a él le encantaba darles vida.
- Los museos que tienen Calders podrían dejar una ventana abierta para hacer corriente...
- A veces están en lo alto de los museos, bailando..
- ¿Por qué hizo estos aparatos y no pintó cuadros?
- Hizo muchas cosas pero los móviles son algo inédito. Hay que dejarse llevar por ellos, despiertan algo en quien los sabe ver..
- ¿El qué?
- Dulzura de infancia.
- A mi no me han despertado nada, pero me gustan.
- Sabes, tienen una gran aceptación popular y no es habitual en obras abstractas.
- Como se mueve no importa tanto que las alas sean extrañas, es bonito y eso lo ve cualquiera, aunque llevamos un rato y nadie se ha parado.
- Vamos a quedarnos en aquel rincón, a ver cuantas personas observan el temblor de los alambres o el "hola, me desplazo" del punto gualda.
- ¿Qué es gualda?
- Ese amarillo.
- Ahh...vale.
- Aquel señor está sonriendo.
- Si.
- ¿Por qué le recuerda cuando era niño?
- Puede ser que le recuerde alguna sensación infantil pero a la vez es una obra sutil.
- No se para nadie más.
- Ya.
- Van deprisa...
- Si.
- Por lo menos así lo mueven al pasar.

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